Una Italia contracultural

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Cualquier italiano aficionado al fútbol que haya dejado de seguir los partidos de su selección después de no haberse clasificado para el Mundial de Rusia estaría impactado al ver el juego de la nueva Azzurra de Roberto Mancini. Del catenaccio que caracterizó al fútbol italiano -y, por tanto, a la selección- desde los años 60, con Nereo Rocco y Helenio Herrera como máximos exponentes, ya no queda ni rastro en esta generación. Por lo visto ayer en el partido entre Italia y la Portugal de Fernando Santos casi se puede decir que el estilo de La Azzurra comparte muchos conceptos con el de La Roja de los últimos años.


Mancini buscó desde el primer instante el dominio del balón, y cuenta con los jugadores idóneos para desplegar ese estilo de juego


El dibujo táctico que Mancini dispuso sobre el terreno de juego fue un 4-3-3, con Jorginho como mediocentro más posicional -aunque no dejaba de intercambiar posiciones con el joven Barella y, sobre todo, con Verratti- y con Insigne partiendo desde la banda izquierda, pero con mucha libertad de movimientos por todo el frente de ataque. El once escogido por el seleccionador italiano está claramente enfocado a mantener el dominio del balón en todo momento. Los tres centrocampistas cumplen con el perfil de futbolista creativo al que le gusta estar en contacto con el esférico y llevarlo a la portería contraria a través de pases en corto y largas combinaciones por dentro. Por delante de la línea de la pelota siempre hubo movilidad durante el primer tiempo, sobre todo gracias a Verratti e Insigne, muy activos entre líneas. Los jugadores de banda no tuvieron gran participación debido al modelo de juego, casi todo el fútbol se creó por el sector central hasta llegar a la fase ofensiva. Cabe destacar, a la hora de la salida de balón, la gran habilidad de Bonucci y Jorginho para romper líneas con pases verticales precisos y potentes. También hay que decir que Portugal hizo una primera parte desastrosa, quitándose el balón de encima tan pronto lo recuperaba, hecho también motivado por la gran presión tras pérdida de La Nazionale.

Las similitudes con el juego de España están claras: salida de balón limpia, pases en corto, posesión del balón y rápida presión tras pérdida que permite robar en campo contrario y subir líneas. Pero también se parecen en otro aspecto más negativo: la falta de pegada. Y no se trata de la calidad de los futbolistas de arriba -aunque quizás sí se acusara la ausencia de Bernardeschi, suplida por Chiesa-, ya que tanto Insigne como Immobile están despuntando en el Nápoles y la Lazio, respectivamente. Sin embargo, el juego de posición que Italia quiere practicar conlleva la falta de espacios a la hora de atacar -Portugal se cerró totalmente en su propio campo y renunció al ataque hasta el minuto 70-; una falta de espacios a la que los jugadores italianos, a excepción quizás de Jorginho, Verratti e Insigne, no están totalmente adaptados todavía.


El plan de Fernando Santos resultó efectivo


A pesar de la impresionante primera parte de Italia, Portugal resistió en pie y el plan de Fernando Santos acabó funcionando a las mil maravillas. El técnico luso, consciente de la menor calidad de su plantilla y de la ausencia de su estrella ofensiva, Cristiano Ronaldo, renunció al ataque y aguantó como pudo las oleadas azzurras. Ya en el segundo tiempo, el físico comenzó a lastrar a los italianos, sobre todo a un medio del campo en el que Jorginho acusó la sobrecarga de minutos en el Chelsea y en la selección. Aprovechó entonces Fernando Santos para dar un paso al frente, subir su línea de presión y atosigar un poco más a los hombres de Mancini. Italia seguía dominando el balón, pero ya no llegaba con tanta claridad a tres cuartos del campo rival. En ese momento Portugal movió ficha y Joao Mario ingresó en el terreno de juego en sustitución de Pizzi en el minuto 67. La entrada del futbolista del Inter fue un soplo de aire fresco para los portugueses, que a partir de ese instante comenzaron a controlar el juego y a tener una mayor presencia en territorio italiano. Y es que cuando un equipo que juega a mantener la posesión del balón la pierde sufre un montón para defender. Por suerte, Chiellini y Bonucci se mostraron inconmensurables, como es habitual, y evitaron la derrota. También contribuyó un paradón de Donnarumma a William Carvalho.

Al final el empate a 0 benefició a una Portugal que, a pesar de desplegar un fútbol muy pobre, se convirtió en la primera selección en clasificarse para la Final Four de la Liga de las Naciones. Mientras tanto, Italia, con su propuesta de juego atractiva, acusa el cambio generacional a la hora de obtener buenos resultados. No obstante, cuando los futbolistas se asienten y se adapten totalmente a lo que pide Mancini, podemos estar ante el regreso de una de las selecciones históricas al primer nivel. Eso sí, de forma totalmente contracultural.

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